El célebre Ruperto de Nola es el autor de El Libre del Coch o Libro de guisados, uno de los documentos más interesantes sobre la cocina renacentista española. Este cocinero del siglo XVI, al servicio del rey de Nápoles y de origen incierto ya incluye una receta del congrio seco. Como nos recuerda Francisco Tobajas, de Nola nos enseña lo siguiente: «El congrio debía cocer en una olla en el agua en que se había puesto a remojo desde la noche anterior. Maestre Ruperto decía añadir un buen rayo de buen aceite, una cebolla cortada, un manojico de perejil y unas cuantas cabezas de ajos. En un mortero se majaban almendras, avellanas y nueces tostadas, con un migajón de pan tostado, remojado en el caldo del congrio, además de un pedazo del mismo pescado, con el perejil, la cebolla y los ajos. Puesto todo a cocer de nuevo, se hacían las sopas delgadas, con el congrio servido en plato aparte».